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A nadie le importa la Constitución

  • Foto del escritor: Ángel
    Ángel
  • 15 jul 2021
  • 5 Min. de lectura

Recientemente hemos conocido el fallo del constitucional sobre el primer estado de alarma, después de más de un año de espera, y siendo ya irrelevante. El primer estado de alarma fue inconstitucional, para sorpresa de nadie y para berrinche de la izquierda.


La ilegalidad cometida por el Gobierno es sencilla de comprender, y muy evidente: El gobierno suspendió derechos fundamentales con el estado de alarma, cuando únicamente se pueden suspender con el estado de excepción. ¿El motivo? El estado de alarma se puede prorrogar varias veces, mientras el estado de excepción tiene un límite de solo 60 días, más que suficiente para contener el virus, pero el haber usado el estado de alarma ha permitido al gobierno cometer todo tipo de arbitrariedades y limitación de derechos durante más de un año, cosa que con un estado de excepción no podría haber hecho.



Fuente: archivoshistoriapatrimonio.blogspot.com


En estas líneas nuestro objetivo no es señalar a la izquierda y gritar que no respetan la constitución, y que nuestra salvación es Pablo Casado o Isabel Diaz Ayuso. Todo lo contrario, lo que buscamos es mostrar que hay un consenso político que engloba a casi todas las formaciones políticas, y como este consenso actúa contra los intereses de los españoles.


Empecemos hablando de la Constitución del 78, la base del régimen político actual. Esta constitución está enfocada claramente a facilitar la integración de España en organizaciones supranacionales que se desarrolló durante los años 80, declarando la primacía del derecho internacional sobre el nacional. Por otro lado, la propia constitución reconoce nacionalidades históricas, un caldo de cultivo perfecto para los separatismos que sufrimos hoy en día. Por tanto, la constitución del 78 se escribió a medida de los futuros gobiernos globalistas del PSOE y del PP, y de sus socios independentistas, nada que ver con la cantinela habitual del supuesto carácter franquista de esta.







Por si fuera poco, los contrapoderes que deberían mantener todo en equilibrio son influenciados por este mismo consenso político. Comencemos por el poder judicial; tanto los miembros del Tribunal Constitucional como los del Consejo General del Poder Judicial son elegidos más o menos directamente por el poder político. Teniendo en cuenta la relevancia del Constitucional, y que el CGPJ elige a los jueces, esta situación es como mínimo de dudosa imparcialidad.


A parte de la justicia nos encontramos con el denominado "cuarto poder": los medios de comunicación. La imparcialidad y pluralidad de los medios es también dudosa; durante el gobierno de Rajoy se favoreció la construcción de un duopolio televisivo que acapara el 58% de la audiencia, y desde la creación del Régimen del 78 se han creado una quincena de televisiones públicas al servicio de los caciques regionales de turno. Por si no fuera poco, la inversión de origen nacional o extranjero para crear nuevos medios de comunicación prácticamente siempre ha ido en la dirección de reforzar el Régimen del 78, especialmente a sus miembros más radicales.





Entonces la conclusión que podemos sacar sabiendo todo lo anterior, es que el sistema político actual le va como un anillo al dedo al consenso político para hacer y deshacer a placer. Pero ¿cómo puede haber un consenso si la izquierda amenaza con una reforma de la constitución y la crítica constantemente?


Lo relevante aquí es que el consenso no se crea alrededor de la constitución, sino de los dogmas e ideas del neoliberalismo y del postmodernismo. ¿Y que representan estos dos palabros? La pérdida de soberanía, la integración en organizaciones supranacionales, la pleitesía a los derechos humanos, aceptar el marco mental de progresistas vs reaccionarios, entender la nación como un grupo de individuos atomizados, o que la política es gestionar y pactar los intereses individuales de estas partículas independientes.


Por tanto, no es extraño estas críticas a la constitución, esta solo es una herramienta para impulsar los "derechos" y "avances" que nos han traído en los últimos 40 años. Una vez esta constitución se queda atrás del avance infinito de "derechos" del progresismo, esta comienza a ser criticada para luego ser modificada o desechada, se convierte en un escollo al glorioso progreso.


Esta misma visión de estorbo que tienen sobre la constitución, se proyecta sobre el conjunto de la democracia (defendiendo, irónicamente, lo mismo que los sectores antidemocráticos de los críticos con el régimen del 78). La democracia no funciona porque permite que se expresen los ignorantes antivacunas, los arcaicos votantes del brexit, los sádicos taurinos, los asquerosos machistas o los vomitivos xenófobos. Esta panda de paletos se ve tentada por ofertas populistas, y no dejan atrás sus privilegios raciales, sexistas y especistas en pro del progreso. Y lo que es peor, estos enemigos del progreso ¡a veces ganan!¡Intolerable!





Para combatir esta "ignorancia", se activa inmediatamente todo el entramado mediático, el cual se pone a "educar" a la gente diciendo que esas alternativas son demagogas, irrealizables y un atraso en los "derechos" y "avances" logrados. Si esto no funciona, se pasa directamente a insultar, intimidar o incluso a agredir. Y finalmente, si nada de esto logra resultado, el consenso postmodernista empieza a saltarse sus propias leyes, a no consultar al pueblo, e incluso a ilegalizar o perseguir legalmente a los disidentes. Cuando se inicia esta última fase, la democracia también se ve como un problema por su lentitud y barreras para actuar rápidamente sin pasar por tantos trámites, similar a la crítica a la constitución.


La conclusión que sacamos de todo esto, es que en el fondo el postmodernismo no respeta la "voluntad de todos", las decisiones electorales del pueblo, ni una verdadera pluralidad como dice defender, sino que los manipula continuamente, y los ignora cuando no interesa, mientras usa la palabra democracia para legitimarse.



En el fondo todo esto es muy lógico, ya que la premisa de este consenso es que no existe el pueblo, que es un constructo, algo artificial, que es una simple unión de individuos. En cambio, el populismo nacionalista sí que cree que el pueblo exista, ya sea definido por unos aspectos, o por otros, y por tanto su acción política va en busca del bien común, de la "voluntad general", entendida como ese "Bien objetivo que no depende de las decisiones de la mayoría" que es algo mayor y más complejo que un pacto sobre los intereses y voluntades individuales.




Cuando el pueblo adopta las posiciones del populismo, al no ser estas emancipadoras, al no buscar que la sociedad se convierta en ese conjunto de átomos sin raíces, es cuando el postmodernismo se ve amenazado y empieza a ignorar a ese pueblo que sufre sus delirios multiculturales, inmigracionistas y de ideología de género.


En resumen, el régimen del 78 es ilegítimo tanto por su imposición en contra de los intereses de España, como por el ir en sentido contrario del bien común de España y de la propia existencia del pueblo español. Reivindicar la constitución en este contexto, es poco menos que ridículo. Eso es una posición intermedia entre los que odian la constitución por considerarla insuficiente, y los que lo hacen por ser un ataque a la continuidad de España, y está abocada a desaparecer. O se defiende España, o al menos no perdamos el tiempo.

 
 
 

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