top of page

La criminalización de la negatividad

  • Foto del escritor: Ángel
    Ángel
  • 16 nov 2021
  • 2 Min. de lectura

Si hay algo en lo que se caracteriza esta época es en que nuestros "derechos" siempre tienden a aumentar hacia el infinito, mientras que parece que nombrar siquiera la palabra deber es un acto imperdonable. Esta mentalidad de un aura coactivamente "positiva" también se está trasladando a la hora de mostrar nuestra opinión.


Lo cierto es que en nuestras sociedades actuales, la capacidad del pueblo de controlar su futuro es escasa, en mucas ocasiones nuestra elección se limita a un papel en una urna cada 4 años, y nuestra decisión se ve condicionada de manera incalculable por los oligopolios mediáticos tan alejados de los intereses de la población.


Además, el planteamiento de que una nación es sólo un conjunto de individuos sueltos, ha debilitado la capacidad de los miembros de una comunidad de vertebrarse para defender sus principios. Un buen ejemplo de ello es la Iglesia, cuya respuesta a la ley de eutanasia fué bastante tibia. El modo que nos ofrece el sistema es el de la "sociedad civil", término que al final se limita habitualmente a un grupo de asociaciones impulsadas por el poder para legitimar sus acciones.


Por ejemplo, que ocurre con las asociaciones provida o de victimas del terrorismo? Son marginadas continuamente por las instituciones. En cambio, que sucede con asociaciones feministas, transexualistas, o a favor de la eutanasia? Son aplaudidas por políticos y funcionarios, bañadas en billetes, y sus propuestas aupadas hasta convertirse en leyes.


En definitiva, somos regados de nuevas libertades mientras nuestra capacidad real de elegir algo se diluye continuamente en ONGs, ministerios, organismos autónomos, asociaciones, comisionados, organizaciones supranacionales y consejos de administración enfermamamente ricos pero ecosostenibles y feministas.


Esta ola de "libertad" y positividad obligatoria tiene una nueva parada: la muestra masiva de descontento en Internet. El review bombing (puntación negativa masiva a un juego por alguna práctica deshonesta o chapuza por parte de la desarrolladora), dar no me gusta a un video de Youtube, o hacer "ratio" ha algún tuit han sido publicitadas como actitudes negativas.


Y aunque esta afirmación pueda extrañar, estas prácticas son lo más democrático que existe a día de hoy, y encima del mejor modo, porque es una elección directa sobre lo que afecta directa e inmediatamente a la gente, y por tanto tiene en la mayor parte de las ocasiones conocimientos suficientes como para saber elegir adecuadamente. Además en gran parte de las ocasiones suponen una defensa ante imposiciones de grandes empresas o medios de comunicación, por lo que es una protección a las clases medias y populares.


Por tanto, si me dan a elegir entre la Comisión Europea o un grupo de frikis puntuando mal un juego, me quedaré con los frikis; si me dan a elegir entre las ONGs de "derechos" humanos o los ratios a Lo País, me quedaré con los ratios; y si me dan a elegir entre pactos de estado o ministerios de transición ecológica, y los dislikes en youtube, me quedaré con el Rewind 2018.


LARGA VIDA A LOS RATIOS!!








 
 
 

Comments


Publicar: Blog2_Post
  • Twitter

¡Gracias por seguirnos!

©2021 por Diario de un Zoomer.

bottom of page