Aleaiactacismo —Posición del Hombre en el universo y su relación con él—

El Hombre es dueño de su vida, pues es él quien toma las decisiones e inclina la Balanza del Destino al hacerlas, provocando así un resultado. Sin embargo, es lo único que puede dominar, pues el humano es diminuto en comparación con el cosmos. No le corresponde desear conocer los secretos que se esconden más allá del cielo terrestre hasta haber descifrado todos los de su planeta y, más importante, sobre sí mismo, pues si no se conoce a sí mismo primero, cualquier tipo de progreso será fútil en tanto que será perecedero e inestable dado que, sin la base antropológica correcta, cuanto se descubra dejará de ser cierto o útil con el paso del tiempo y la sucesión de eventos.

El humano tiene una forma de ser y ésta es común a todos los de su especie. Si no se conoce y no es divulgado este conocimiento, los conflictos seguirán ocurriendo entre culturas puesto que no habrá una base sobre la que llegar a acuerdos o, al menos, a un entendimiento mutuo de por qué el otro humano que se tiene en frente actúa como actúa (a menudo considerándose que actúa de manera errada para la concepción del primero).

Este saber es el más crucial e importante a desarrollar para evolucionar, pues podremos mutar con los cambios en el medio y adaptarnos fisiológicamente a ellos, pero la verdadera evolución está en controlar nuestra parte irracional y acercarnos a la siguiente esfera que nos aguarda.

El universo está compuesto de realidades y éstas son esféricas y concéntricas. Su orden, de inferior a superior, es: R. Geológica, R. Biológica (habiendo varias subrealidades, desde los organismos más simples hasta los más complejos), R. Antropológica, R. Extraterrestre y R. Divina, siendo esta última el motor, desencadenante y razón de ser de las anteriores. Sin ella nada existe, ni siquiera el tiempo o el espacio, e intentar descifrarla y acercarse a ella es para lo que el humano existe y está dotado de raciocinio. Sin embargo, al ser concéntricas, se debe dominar la realidad a la cual se pertenece (en nuestro caso la Antropológica) para llegar a la superior.

Y cuando digo dominar no es con la acepción de ser el poder hegemónico de la misma, sino comprender todo lo relativo a ésta. Pero, como en la Realidad Geológica no hay un ente, todo es inerte, ahí entra la Realidad Divina escribiendo las primeras Leyes sobre los elementos y provocando la reacción primigenia que desencadena toda esta primera realidad, la cual es el soporte de las demás. A través de estas Leyes y del hidrógeno se crean todos los demás elementos, que después interactúan unos con otros dando a conocer las primeras composiciones complejas y, eventualmente, la Vida. Cuando los organismos unicelulares dominan su realidad, evolucionan a los organismos pluricelulares y así sucesivamente hasta llegar a nosotros. Ahora nos encontramos frente a la situación de que somos conscientes de que, para subir un escalón más, debemos dominar nuestra realidad primero y ésa debe ser nuestra meta como Humanidad.