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La desindustrialización de España

  • Foto del escritor: Ángel
    Ángel
  • 8 may 2021
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 8 may 2021

Una de las principales críticas que se suele hacer a la economía española es que somos un "país de camareros", y lo cierto es que es verdad, el 12,4% del PIB y el 12,9% del empleo en España corresponden al turismo. Claro que hay que estar orgullosos de ser el segundo país del mundo con más turistas, y claro que el turismo crea riqueza, pero de ahí a que el turismo se haya convertido en uno de los salvavidas de la fracasada economía española, hay un trecho.


¿Como hemos llegado a que la industria represente el 16% de la economía, cuando hace 40 años era el 38%? ¿Por qué no tenemos capacidad ni para fabricar mascarillas? ¿Por qué los jóvenes cobran la mitad que hace 40 años? ¿Porque hemos pasado de tener un paro inexistente, a tener 5 millones de españoles sin poder trabajar?


Se nos ha vendido durante décadas que ser el motor industrial de Europa no era algo bueno, que debíamos apostar por servicios, y que la UE nos acercaría al nivel económico de Europa. Se nos ha repetido como dogmas irrefutables que la liberalización, que la eliminación de aranceles, y que los acuerdos de libre comercio mejorarían nuestras condiciones de vida. Todo falso.


Los que te decían que la industria no aportaba valor, que debías abrazar los servicios, son los que ahora arrasan tu comercio con su Amazon monopolístico. El turismo que era la base de nuestra economía se va al traste por las restricciones frente a una pandemia, que nadie sabe de dónde ha salido, y que hace 1 año que en China no existe. Que la UE nos acercaría a Europa era también falso, lo hizo Franco, cuyo régimen incrementó el PIB per capita respecto a la UE-15 del 50% al 80%.


Todas esas decenas de empresas públicas que fueron las impulsoras de la economía española, que modernizaron el país, y que muchas de ellas eran punteras a nivel internacional, han sido malvendidas a los plutócratas nacionales, europeos y globales (si acaso hay diferencia alguna).


Se han quedado empresas emblemáticas como Telefónica, CASA, SEAT o Endesa por sumas ridículas, y el español promedio ha recibido a cambio chantajes pidiendo subvenciones para no llevarse la producción a China, subidas de precios, y la desaparición de los beneficios que esas empresas daban al estado. Este es el caso de SEAT, que pese a marcar records históricos de ventas y beneficios, se amenaza al gobierno con no actualizar la fábrica para fabricar coches eléctricos sino hay subvenciones de por medio.


¿Puede nuestra industria (y por tanto nuestra economía) depender de gente, que por ganar 4 duros más, vende nuestra tecnología para que se fabrique en China lo que antes se hacía aquí?


Los principales responsables del deterioro de la calidad de vida de la clase media occidental son las élites económicas, gente sin ningún tipo de arraigo a territorio alguno, gente sin patria, que llevan vendiendo durante décadas tecnología de un valor incalculable, porque eso les da más dinero que fabricar en EEUU o en España. Ese libre mercado que iba a ser nuestra salvación, solo ha sido la eliminación de las barreras que antes impedían tales atracos a las naciones.


Pero que no os engañen sus peticiones de querer pagar más impuestos, eso solo es una inversión. Una inversión para que la gente no rechiste cuando sus monopolios se amplíen a otros sectores, para que se continúen ampliando los tratados de libre comercio, una inversión en destruir la libertad económica de las personas y las naciones. ¿Qué nación se opondrá a ellos si su estabilidad financiera o su deuda dependen de estas élites?


Por tanto, es imprescindible reducir los impuestos a las pequeñas y medianas empresas, esos impuestos que son usados como arma de destrucción masiva de la libertad económica de los españoles. Y es fundamental reindustrializar España, y en ciertos sectores que sea mediante empresas públicas, ya que es la manera de asegurar el desarrollo tecnológico a largo plazo, de no depender de intereses individuales, y de crear industrias allí donde el tan alabado por algunos, inversor multimillonario, no lo hace,


Ojalá lo peor fuera la desindustrialización, pero solo es una parte del camino a la dependencia de las naciones y sus ciudadanos a las migajas que nos den aquellos que quieren diseñar nuestro futuro. ¿Qué sucederá cuando los servicios también se vayan a otro país con mano de obra más barata? Las tecnológicas están empezando a contratar mucha gente en India, ¿qué futuro tienen las condiciones laborales de los empleados americanos de estos monopolios?


Y esto no es (solo) una queja desde un punto de vista nacionalista y europeo. Esto, al igual que otras facetas del globalismo, no se detiene en ninguna frontera, y se corre el peligro de que, si no se acaba con esta lacra, más pronto o más tarde sucumban otras regiones del mundo. Es decir, no hay escapatoria.



 
 
 

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