Nación y Estado
- alphonsusxrex
- 30 abr 2021
- 3 Min. de lectura

Manifestación pacífica del 23 de mayo de 2020
Estos días me es imposible no reflexionar sobre qué es una Nación, lo que supone pertenecer a una, lo que es estar exiliado lejos de tu patria o por qué es innegable que cada uno de nosotros pertenecemos a un país y, especialmente, por qué es imperativo defenderlo.
Una Nación tiene fronteras bien delimitadas en un mapa, pero en persona a veces es difícil verlas, sobre todo si el que está del otro lado es tan parecido a ti. Sin embargo, no somos iguales, nadie es igual a nadie, tenemos cientos de diferencias y, a veces, son como las fronteras, invisibles a los ojos, pero claras para el corazón. Cada individuo pertenece a una nación y si ha sido educado en amor y conocimiento, sabrá que debe estar agradecido por haber nacido en ese territorio porque ha sido su cuna, porque es el lugar donde está su gente, porque, en otras palabras, es su hogar.
Aunque a menudo se entrelacen y se diluyan las definiciones, el Estado y el Gobierno nunca deben mezclarse con la definición de Nación, aun siendo necesarios ambos para que funcione, pero una Nación no es su Gobierno, tampoco el Estado en sí, ambos conceptos son demasiado vanos en comparación con lo que una Nación supone. Un Estado cambia la Historia, pero carece de ella; un Gobierno rige y dirige una nación, pero gran parte o todo lo que haga caerá en el olvido y sólo se recordará por lo que destacó, nunca los detalles. En cambio, una Nación tiene un pasado que siempre se recuerda, siempre con orgullo y siempre con pasión. Una Nación se compone de una cultura, lengua y tradición comunes entre las gentes de un mismo territorio, y esto es algo que trasciende la barrera del tiempo. En resumidas cuentas, las Naciones son duraderas, los Estados y Gobiernos son volátiles.
Por poner algunos ejemplos: el Estado de Alfonso XIII duró desde que hereda la corona hasta el golpe de Miguel Primo de Rivera, la II República duró ocho años, el Franquismo duró treinta y seis y, sin embargo, España fue siempre España, sin importar el Estado y sin importar el Gobierno porque España lleva siendo España desde antes incluso de que Alfonso VI se coronase «Imperator totius Hispaniae» (Emperador de toda España).
Reflexionando sobre el exilio hallo que es una de las mayores penas del hombre pues ha de renunciar a su hogar, ha de tomar la decisión de morir en el fracaso colectivo o abandonar todo cuanto le pertenecía en busca de algo mejor, a veces jugándoselo todo a una carta que no es desvelable hasta que arriba a su destino, suponiendo que a veces sea un as y otras la discordia que rompa su escalera.
El problema que hoy veo en demasiadas personas es que han olvidado por qué pertenecen a un país y por qué es algo bueno estar orgulloso de él. El patriotismo se ha ido difuminando en aras del globalismo, de la mayor mentira del último siglo. Nadie es «ciudadano del mundo», es una burda falacia para que el individuo decida meterse él solo en el gulag de la oligarquía dueña de esa farsa. La conquista y la destrucción de las Naciones a lo largo de la historia siempre ha sido mediante la violencia, por ello no nos estamos dando cuenta de que nos están asediando ahora mismo. En este instante se está librando una guerra silenciosa como un concierto de rap y ruidosa como un telediario, ¿entiendes por dónde voy? Tú, ciudadano de tu madre patria, estás siendo conquistado de una forma que asustaría hasta a Goebbels. Te están ganando la partida por tu casa, tu independencia y tu libertad a través de la propaganda.
Una mentira repetida mil veces termina siendo verdad
Profundo y claro. Felicidades Alphonsus.
Un blog es también como una nación, en cuanto que un germen pequeño de un proyecto común puede crecer y consolidarse, marcando a sus miembros y mostrando un camino a sus vecinos.
Espero que así sea con este diario.
Mis felicitaciones.