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Que le follen a los Bancos


Volvía yo de las clases pensando en mis novelas cuando, en medio de la trama de una futura creación, me di cuenta de que había sorteado sin darme cuenta la mayor barrera que lleva encontrando el Hombre para con el comercio y la libertad económica.


Estaba yo maquinando cómo conseguir crear un Estado en las antípodas de la concepción contemporánea de Estado, fíjense cómo de antipodal sería que éste cree en la dignidad humana y en el valor de la Vida, mediante la adquisición legal de terrenos cuando afronté uno de los mayores quebraderos de cabeza: ¿cómo hago de esta creación rural, en un principio, una potencia industrial con independencia energética? Con gente y dinero. Con personas conocedoras de los menesteres necesarios para alcanzar la prosperidad y con el capital necesario para poder dotarlos de las infraestructuras y herramientas necesarias para desempeñar su tarea. Pero claro, a esto surge un grandísimo interrogante: ¿cómo atraigo el capital y la mano de obra? Y pensé en las criptomonedas, en que ser el primer Estado sin dinero fiat, sin capacidad de impresión y, por ende, de generar inflación, sin productos cuyos precios estén fijados rústicamente sobre un sistema monetario que hace aguas y destruye a cada día que pasa el ahorro, podría ser atractivo; en otras palabras, un paraíso del liberalismo económico. Y anclándome en el repaso de la legalidad europea y española hacia las transacciones me di cuenta de que el mayor lastre eran los bancos. Los bancos eran el niño grimoso que iba a contarle al profesor cualquier cosa que hicieras y estuviera en el terreno alegal o se adentrara en lo ilegal esperando que fuera recompensado por su chivateo. Pero muerto el perro se acabó la rabia. Si eliminaba a los bancos de la ecuación, se acababan todos mis problemas. Y eso es lo que hice.


La única razón por la que los bancos tienen credibilidad entre los mortales trabajadores es porque sin sus préstamos les es imposible adquirir bienes básicos como una vivienda o un vehículo y porque monopolizan la custodia y movimiento del dinero. Si les despojaba de ese monopolio y encima conseguía que los mundanos tuvieran una forma basada en la inversión y ahorro de capital de poder adquirir dichos bienes imprescindibles, la gran estafa de la Banca caería para siempre. Así que me puse a pensar en cómo evitar la Ley sobre Banca y a los propios bancos. Pensando y pensando por el parque hasta mi casa di con la solución: un ente como la Blockchain de las criptomonedas, completamente autónomo e imparcial. Un programa y sus protocolos para pasar una cantidad de una cuenta corriente común de cualquier banco del mundo a un espacio cibernético en el cual el Multiplicador del Dinero, la usura y el trackeo de movimientos monetarios no existen. Tan sólo necesitaba reunir a un grupo de genios criptógrafos y programadores para hacer realidad esta creación, la Caja Digital Universal.


Si las Blockchains trabajan con criptomonedas, la “magia” de la Caja debía trabajar con dinero fiat ficticio desligado de la oferta monetaria común, creándose así el M4. Lo que ocurriría con esto sería que una vez estuviera en funcionamiento, los primeros ingresos a una Caja Personal (con dirección y contraseña únicos dentro de la Caja Digital Universal) pasarían bajo el concepto de “pagos” y, como al extremo al que llegarían no estaría dentro del paradigma de la Banca, para nuestros grimosos narigudos ese dinero simplemente se habría esfumado (mejor para ellos, así pueden imprimir más). Cuando los comercios vieran que utilizando estas Cajas no tendrían que dar cuentas a Hacienda de los beneficios y así quitarse su apestosa bota del cuello, se popularizarían y pronto nadie necesitaría de una cuenta corriente, sino que se mandarían el dinero directamente entre Cajas (nóminas, alquileres y beneficios incluidos). Y todo ello sin desconectarse del todo del dinero fiduciario. ¿El porqué? Porque la revolución de las criptomonedas no puede ser un hecho inmediato, nadie en su sano juicio puede arriesgarse a ir contra todo el sistema él solo. Si yo planteé la idea de la Caja Digital Universal fue principalmente como puente y calzador para el futuro cripto, pues mi sistema sería muy similar a éste en tanto que el dinero sería infinitamente divisible y secreto, la mayor diferencia sería que yo, al mantener la oferta monetaria variable por no poder dinamitar los Bancos Centrales, seguiría peleando contra la inflación. El cómo mi sistema puede ser el puente hacia una futura economía basada en las criptomonedas es muy simple. Primero, la gente no tendría que verse rodeada de gráficos y de millones de divisas nuevas que varían enormemente su valor en cuestión de horas, sino que aquí se mantendrían las mismas de toda la vida (dólar, euro, libra, yen, rublo, peso…) con su constante planeo, o caída libre, hacia el cero por las pésimas políticas monetarias. Segundo, su impermeabilidad para con el Estado hace que la gente disponga de más capital y, por vez primera dentro del fiduciario, de un capital totalmente anónimo, por lo que tendría menos miedo de moverlo y de arriesgarlo, esto conllevaría que hubiera un aumento en los participantes de los mercados bursátiles y, si no yerro en mi predicción basándome en la tendencia alcista de la popularidad de las criptomonedas, el mercado de éstas. Con algo más de tiempo y la propagación de la tenencia de este cuarto tipo de dinero, se terminaría de dar el salto del fiat al críptico y satisfactoriamente mi creación moriría tras haber servido a la noble causa para la que le creé.


 
 
 

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