Un Sueño llamado España
- alphonsusxrex
- 18 may 2021
- 2 Min. de lectura

No hace tanto de que esta tierra yerma, que aún osa cargar con el título de España, fue verdaderamente España. No hace tanto de que España estuviera viva en el corazón de todos sus hijos, pero, si el orden natural de las cosas es: Dios, Patria, Familia… todo lo demás; desde que se asesinó a Dios, cuanto le seguía corrió peligro.
Sin Dios no queda nada, el tiempo lo erosionará, si no, mira lo que vivimos desde hace décadas, la búsqueda de la destrucción total de España y, desde hace algo menos, la de la Familia.
¡Abramos los ojos! No queda nada, vivimos en las ruinas de un sueño. Un sueño llamado España. Un sueño por el que hombres y mujeres derramaron sangre durante siglos, todo para que cinco décadas de hedonismo acabaran con el Palacio de una Historia.
¡Abramos los ojos! Nadie va a salvarnos. Nadie nos perdona por haber expandido y defendido la Verdad durante más de un milenio. El mundo mató a Dios y lo vendió como uno de los mayores progresos y, nosotros, invadidos por el deseo de desenfreno propio de la juventud maleducada, lo apoyamos y nos vanagloriamos de exponer la Cruz rota.
Yo pertenecí a ese diabólico grupo. Yo estuve cegado por la lujuria —incluso aún hoy me vence en ocasiones—. Yo estuve cegado por el dinero y el poder. Pero puedo decir que se pasa frío. El gélido abrazo del pecado es destructivo y adictivo, te ofrece placer que compras con tu esclavitud y sufrimiento espiritual. El cálido roce de Dios quema al contraste con la frigidez que arrastras, pero cuando te acostumbras, ves que antes estabas al borde de la hipotermia, si no, en ella. Arrimándose a las personas correctas, uno puede derrumbar todos los falsos ídolos y abrazar a Dios, abrazar la Verdad, abrazar el Bien, abrazar la Libertad, abrazar la Belleza, abrazar la Felicidad.
La gente que, como yo, está en proceso de sanar su corazón tras tantos años abandonado a la intemperie, y la gente que tiene su corazón sano, debemos reunirnos en Comunidad de nuevo y esparcir la Palabra por nuestro hogar hasta que al fin podamos volver a llamarle correctamente por su nombre, España.
Si Cristo guía el camino, ningún obstáculo será lo suficientemente grande.
¡VIVA CRISTO REY!
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