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¡Yo Acuso...!



El aumento de los divorcios es preocupante y, a la vez, parece no preocuparle a nadie, tristemente. Esto es un indicador más de lo enferma que está la sociedad y yo voy a acusar en este breve escrito a los precursores de este desastre.


El primer culpable es, sin lugar a dudas, el poder Legislativo al crear leyes de divorcio que hacen de tal ruptura un mero trámite burocrático y, encima, son injustas a la hora del reparto de bienes entre los dos cónyuges. En un divorcio, ella siempre sale ganando, pues la mayoría de divorcios son de matrimonios en régimen de gananciales y la custodia de los hijos queda en exclusiva para ella con acuerdo de visitas del padre. ¿Esto qué significa? Significa que la Ley está hecha para que ella se quede con los hijos y el padre tenga que pagar la manutención pese a no poder verlos más allá de unos días al mes, y en el caso de no haberse casado en separación de bienes, el 50% del patrimonio familiar va para cada parte aunque fuera él el que hubiera pagado la casa, el coche, los electrodomésticos… Pero no me quedo en mi acusación sólo aquí, en la injusticia que crea entre hombre y mujer la actual ley de divorcio, sino que también le acuso al poder Legislativo de haberle robado la sacralidad del matrimonio a la Iglesia y haberlo reducido a un mero contrato que dura hasta que se rompe.


El segundo culpable es el poder Judicial al haber dictado sentencias sobre parejas en las que él lo pierde todo y ella se lo lleva todo. Le acuso de haber sido Justicia tuerta y no querer ver que con estos dictámenes ha promovido la separación de miles de familias y provocado el suicidio de miles de hombres.


El tercer culpable es el poder Ejecutivo al haber provocado la inestabilidad económica y la consecuente inestabilidad social que ha propiciado la casi imposibilidad de formar una familia y la destrucción de las ya existentes. Le acuso de haber hipotecado el futuro de los jóvenes y de haber bloqueado, e incluso denegado, inversiones y medidas estructurales por negligencia o, peor aún, por interés político.


Y el cuarto culpable es el contenedor de estos tres poderes, el Estado, y en concreto el Estado formado a partir de la Constitución del 78, pues fue él el que rompió el equilibrio y bonanza que había en España y tiró las primeras piedras contra Dios, la Patria y la Familia.


 
 
 

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